Cambio paradigmático y vacío político

Derrumbe partidista

La victoria de Andrés Manuel López Obrador durante los comicios presidenciales del 1 de julio de 2018 resultó ser un verdadero parteaguas en el esquema social paradigmático deMéxico. No se trató únicamente de una muy cantada resolución electoral, también fue el derrumbe de toda la edificación política de México, cuya presencia había permanecido inamovible durante 90 años.

El resquebrajamiento delPartido Revolucionario Institucional y del Partido Acción Nacionalpodría ser calificado como un proceso de autodestrucción. El desgaste y, por supuesto, hartazgo social del pueblo mexicano, generado tras años y años de insatisfacción, estancamiento, inseguridad y corrupción bajo las administraciones de los partidos mencionados, desembocó irremediablemente en el rotundo fracaso de Ricardo AnayayJosé Antonio Meade en las urnas. Lo que se fraguó a lo largo de este período no partió de una circunstancia en particular, sino de una mecanización que no paraba de añadir factores a su estructura.

Durante esta campaña se presentaron anomalías políticas importantes. La coaliciónPAN-PRDsobresale, de forma casi grotesca, dentro de éstas. Ahora bien, que esta estrategia, completamente fallida, por cierto, haya tenido lugar no es ninguna quimera. Fernando del Paso, en su escrito "Votar por el sol para que triunfe el eclipse" publicado por la revista Procesoen el año 2000, ya hablaba de una disolución de la línea divisoria entre los ideales izquierdistas y derechistas.

Simultáneamente, la supuesta unificación de estos dos partidos, más allá de fructificar en un frente político real, resultó en la fragmentación de ambos. Esta consecuencia conlleva una serie de repercusiones que verá su resolución en un plazo quizás no tan extenso. En el caso del PAN, la polarización interna ocurrió desde el momento en que Anaya se antepuso a Margarita Zavalapara postularse como candidato presidencial y, por parte del PRD, la decisión de materializar una alianza con Acción Nacional terminó por desvanecer el esbozo de la organización política.

Otra situación destacable dentro de este marco opinativo es el aparente vacío políticoque hay entre la administración del todavía presidente en funciones, Enrique Peña Nieto, y la futura dirección de López Obrador. Según diversos analistas, como Raymundo Riva Palacioy René Delgado, da la impresión generalizada de que el virtual presidente electo ya se encuentra "gobernando". Esto, debido al incesante trajín de acciones en la órbita de AMLO, como, por ejemplo, la visita de altos funcionarios estadounidenses y el constante acaparamiento de la agenda mediática.

Que este tipo de planteamientos hallen cabida en las consideraciones sociales representa un significativo rompimiento del tejido político mexicano. Por un lado, es lógico por parte de Obrador pretender cimentar las bases de su gobierno que, en sus palabras, buscará la cuarta transformación del país. Pero, por otro lado, la velocidad y la inmediatez de todas las acciones, desde el 1 de julio, del futuro mandatario de México es un aspecto palmario con implicaciones inauditas.

No obstante, esta celeridad podría degenerar en un desgaste prematuro del capital político obtenido por Andrés Manuely sus allegados. La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la relación con Donald Trump (especialmente en lo relativo a la cuestión migratoria), la aplicación de modelos económicos austeros, los proyectos de infraestructura (una inversión aproximada de 500 mmdp) y la implementación de estrategias energéticas (como la construcción de refinerías), de la mano de propuestas de impacto social como la legalización de la marihuana, la amnistía y la reducción de penas; son elementos con un peso y una relevancia enorme. Cabe recordar que AMLO todavía no está en facultad de hablar acerca del presupuesto con el que su administración va a contar. No vaya a estar vendiendo la piel sin antes haber matado al oso.

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