Valores humanos se consolidan como ventaja competitiva en el sector agrícola

Profesionalizar con valores transforma el modelo agrícola mexicano en referente internacional
Fundado en valores transmitidos por generaciones, Grupo Molina consolidó un modelo agrícola con impacto global gracias a una gestión basada en ética organizacional, responsabilidad social y formación de personas. La empresa mexicana, con más de 12 mil colaboradores y presencia en cuatro continentes, integra procesos de profesionalización y acompañamiento humano que fortalecen su operación.
Según el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE Business School), esta ética permitió establecer estructuras sólidas que acompañan el crecimiento. La estrategia incluye escuchar activamente a los colaboradores, atender sus necesidades y conformar equipos con visión de largo plazo. En palabras de Marco Antonio Molina, presidente del consejo de la firma, "es muy importante para nosotros nuestro departamento de responsabilidad social. Que tenga el contacto continuo con la gente". Las declaraciones se dieron en el contexto de una entrevista realizada por el IPADE a la firma mexicana y a la que tuvo acceso NotiPress.
Durante la conversación con Francisco Soto, profesor del área factor humano del IPADE, Marco Antonio y Javier Molina, presidente y director general de la empresa, explicaron que la escasez de mano de obra impulsó un cambio estratégico. "Para crecer se necesita una cantidad increíble de mano de obra", dijo Javier Molina, y agregó que ante esa realidad "si quieres seguir creciendo, se tiene que automatizar muchas cosas".
Así surgió la filosofía de "sembrar personas, no solo uvas", que dirige la gestión de talento en Grupo Molina. A través de programas de alfabetización, formación en valores y capacitación técnica, la empresa busca mejorar el ambiente laboral y fomentar la convivencia entre personas de distintas culturas y niveles educativos.
Esas prácticas tienen su origen en la juventud de Marco Antonio Molina, influenciado por su padre, quien promovía el trato cercano con empleados y clientes. Este enfoque centrado en el ser humano dio forma a una ética institucional que permea todas las áreas del grupo.
El proceso de expansión también implicó una profunda profesionalización. Con asesoría internacional, la firma estableció consejos familiares y administrativos, así como funciones definidas para cada área. Este orden interno fue respaldado por certificaciones internacionales que facilitaron el ingreso a nuevos mercados.
Actualmente, el grupo empresarial mantiene convenios con cadenas de supermercados que reintegran recursos mediante acuerdos éticos, destinados a elevar la calidad de vida de los empleados y sus familias. Este sistema de reinversión evidencia cómo un modelo con base en valores puede traducirse en beneficios concretos.
Las certificaciones obtenidas, además de validar prácticas responsables, también funcionan como barreras competitivas. Gracias a ellas, la empresa aumentó su presencia en Norteamérica y otros mercados, alineando sus operaciones a estándares internacionales.
Para Javier Molina, "la ética paga". Así resume los beneficios empresariales de implementar programas de apoyo, incluso para resolver "problemas pequeños que quizá no sean relevantes para la empresa pero sí para las personas".
La visión a futuro contempla un México con liderazgo en agroindustria global. Para ello, de acuerdo a la entrevista realizada por el IPADE, Grupo Molina apuesta por innovación tecnológica, automatización inteligente y continuidad en su modelo humano, con el objetivo de mantener la ética como activo estratégico.
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