Periodismo en la era de las 'fake news' y las posverdades

Ciudad de México  

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Noticias falsas y posverdades, mentiras tendenciosas que afectan a terceros, deben perseguirse y castigarse como lo que son: cibercrímenes

 

Para referirnos a lasfake news, en español contamos con diversos términos: infundio(mentira, patraña o noticia falsa, generalmente tendenciosa), bulo(noticia falsa propalada con algún fin), filfa(mentira, engaño, noticia falsa) o paparrucha(noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo); en suma, mentiras o noticias falsas. ¿Y qué es, entonces, la posverdad? Cuando pienso en este vocablo en el contexto del periodismo, viene a mi memoria una conversación entre dos reporteros en la sala de prensa de un evento al cual asistí para dar cobertura a finales de 2018:

Oye, ¿qué es eso de la "posverdad"? -preguntó una reportera.

Mentiras. Pfff... Ha de ser otra palabra mamona de los de la Ibero. Ya ves cómo son, ahí andan inventándose palabras a cada rato -le contestó el colega con quien conversaba.

Sí y no. Lo cierto es que, al igual que cada una de las palabras antes mencionadas tienen un matiz particular, las posverdades tienen el suyo propio, pues no se limitan meramente a ser mentiras: se trata de mentiras emotivas. Esta deliberada distorsión de la realidad, denominada posverdad, apela a las emociones y las creencias personales de un público; otorga mayor importancia a esas subjetividades, a expensas de los hechos objetivos. ¿Su finalidad? Tener injerencia en la opinión pública, crearla y modelarla con el propósito de influir en las actitudes sociales.

Noticias falsas y posverdades deben catalogarse como cibercrímenes, perseguirse y castigarse como tales. Mientras una noticia falsa puede desprestigiar a una marca o empresa, una posverdad podría incluso afectar los resultados de unas elecciones políticas (en este sentido, frecuentemente se señalan los comicios estadounidenses de 2016). Empero, es preciso recordar, la batalla contra estos cibercrímenes alcanza hoy en día proporciones épicas, pareciera que lucháramos contra la Hidra de Lerna; por fortuna, en el futuro, la Inteligencia Artificial, bien empleada, podría ayudar a ganar esta guerra.

Día con día vemos a las redes sociales ser inundadas con mentiras tendenciosas, aunque esta relación entre periodismo, noticias falsas y posverdades no es nueva. ¿Cuál es entonces la razón de tanto alboroto? Ahora, en cuestión de minutos, tales mentiras se magnifican en el ciberespacio, los nuevos canales de comunicación tienen la capacidad de hacerlas llegar prácticamente a cualquier rincón del mundo donde haya conexión a Internet. Acá, la responsabilidad recae tanto en quienes crean la mentira como en quienes la difunden (así sea que lo hagan con o sin conocimiento de que se trata de una mentira).

Resulta muy fácil culpar a las plataformas tecnológicas, mas no nos engañemos: no son ellas las creadoras de las fake news o posverdades. Estas mentiras son creadas por medios de comunicación con dirección y razón social, colectivos en pro de una causa o usuarios particulares de las redes sociales, cada uno de ellos con agenda propia. Si alguna responsabilidad recae sobre Facebook, Twitter y YouTube es la de facilitar la identificación de esos cibercriminales, mejorar sus algoritmos a fin de hacer posible la detección y el consecuente procesamientode esas personas o entidades por parte de las autoridades competentes.

Ya en 2018, Facebook, Twittery YouTubeemprendieron diversas acciones en contra de cuentas dedicadas a la difusión de contenido malintencionado, fake news y posverdades incluidas. Desafortunadamente, el problema no se limita a las cuentas iniciadoras de la difusión de las mentiras: ¿qué hacer con todas las republicaciones de un contenido falso en redes sociales?, ¿deberían eliminarse o bastaría con asignarles leyendas para indicar la falsedad del contenido ahí reproducido?, ¿cómo diferenciar a usuarios ingenuos (o perezosos o sencillamente sensacionalistas) de los coludidos con los perfiles eliminados?, ¿en qué medida y cómo deberían ser sancionados unos y otros?

Muchas cuestiones quedan pendientes por definir, porque no obstante ni fake news ni posverdades resultan fenómenos nuevos en periodismo, sí lo son los medios donde ahora se propagan: Facebook se fundó en 2004, YouTube en 2005 y Twitter en 2006. A nivel internacional existen iniciativas de distintos Estados para legislar la manera en que se maneja la informacióna través de las plataformas tecnológicas digitales, con especial énfasis en la protección de los datos de los usuarios; por su parte, regímenes autoritarios buscan más bien formas de silenciar las voces de la oposición o las de denuncia.

Las gigantes empresas tecnológicas dedicadas a las redes sociales cumplen labores de suma importancia, contribuyen, por ejemplo, a la democratización del conocimiento y a reducir distancias entre aficionados a un mismo fenómeno artístico o deportivo; y, aún más importante: nos facilitan el ser partícipes de la conversación global en la plaza pública de Internet, fomentan y defienden la libertad de expresión. Pero los derechos individuales terminan ahí donde comienzan los de la sociedad: cuando, por mencionar un caso, un tweetdaña sin fundamentos la reputación de una persona o entidad, eso es un crimen y debe pagarse.

Quedar a la espera de que la Inteligencia Artificial nos libere de la peste de las fake news y las posverdades en periodismosería algo sumamente cándido de nuestra parte. En tanto llega el día cuando la Inteligencia Artificial sea capaz de combatir de manera eficiente las mentiras tendenciosas propagadas por las redes sociales, la responsabilidad seguirá siendo de los usuarios. Desde ya, debemos asumir nuestra parte de culpa en su propagación y evitar caer sus trampas: tomar conciencia, analizar antes de republicar un contenido de dudosa procedencia o veracidad cuestionable, contrastar lainformaciónen otras fuentes, eliminar publicaciones propias cuando nos demos cuenta del error, denunciar cuentas y publicaciones malintencionadas, entre otras acciones.

 

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