Controversia por aceites de semilla: ¿realmente afectan la salud?

Expertos desmienten mitos sobre los aceites de semilla y su relación con enfermedades crónicas
En los últimos años, los aceites de semilla se han convertido en el centro de una intensa controversia, impulsada principalmente por redes sociales e influencers que los vinculan con el aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y los problemas cardiovasculares. Sin embargo, especialistas en nutrición instan a examinar el tema con mayor profundidad y evitar conclusiones simplistas.
Desde el punto de vista técnico, los aceites de semilla —como los de canola, maíz, girasol, algodón, soya, cártamo y salvado de arroz— son productos vegetales refinados mediante procesos de prensado, calor y uso de solventes. Según Amanda Beaver, dietista registrada del Houston Methodist, la refinación permite su uso a altas temperaturas y mejora su estabilidad al eliminar olores y sabores no deseados.
Beaver advierte que "clasificar todos los aceites de semilla como buenos o malos es una simplificación excesiva de un tema complejo". Si bien no todos tienen los beneficios del aceite de oliva virgen extra o el aceite de aguacate, "los estudios demuestran que pueden ser más saludables que grasas como la mantequilla o la grasa de res", añadió.
El eje del debate se encuentra en la proporción entre ácidos grasos omega-6 y omega-3. Aunque un consumo elevado de omega-6 se ha vinculado con procesos inflamatorios, Beaver explicó que su conversión en ácido araquidónico, la sustancia considerada proinflamatoria, es mínima. Aunado a ello, "una mayor ingesta de omega-6 no ha demostrado aumentar significativamente los marcadores inflamatorios".
No obstante, la especialista señaló que los aceites de semilla son vulnerables a la oxidación al cocinarse a temperaturas muy altas, lo que podría generar compuestos nocivos. Por ello, recomendó reservar los aceites de semilla para salteados o platos fríos, y emplear aceite de aguacate o aceite de oliva para cocciones a fuego alto.
Frente a otras alternativas como el aceite de coco o la grasa de res, Beaver advirtió que las grasas saturadas se asocian con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y Alzheimer. En respaldo a esta afirmación, una investigación publicada en JAMA Internal Medicine reveló que un mayor consumo de aceites vegetales se asocia con una reducción del 17% en la mortalidad total, mientras que el consumo elevado de mantequilla incrementa ese riesgo en 15%.
En conclusión, la especialista subrayó la importancia de enfocarse en una alimentación rica en alimentos integrales y mínimamente procesados. "La histeria en torno a los aceites de semilla distrae del verdadero problema: la presencia cada vez mayor de productos ultraprocesados en la dieta", concluyó.
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