Nitisinona: nuevo enfoque farmacológico para combatir la malaria
El fármaco convierte la sangre en un agente letal para mosquitos transmisores
Investigadores de la Universidad de Notre Dame identificaron un posible uso innovador de la nitisinona, un medicamento empleado en enfermedades metabólicas, para controlar la población de mosquitos transmisores de malaria. El hallazgo abre una nueva vía de investigación en la lucha contra esta enfermedad, que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Actualmente, la nitisinona se utiliza para tratar condiciones como la alcaptonuria y la tirosinemia tipo 1, al inhibir la enzima 4-hidroxifenilpiruvato dioxigenasa (HPPD), esencial para el metabolismo de la tirosina. Esta misma enzima es vital para los mosquitos Anopheles gambiae, principales vectores de la malaria en África. Según los investigadores, cuando estos insectos se alimentan de personas que han ingerido el fármaco, no logran digerir correctamente su alimento, lo que conduce a su muerte.
Durante el estudio, se administraron diariamente dos miligramos de nitisinona a los voluntarios, observándose una alta mortalidad en los mosquitos que se alimentaron de su sangre. Este efecto letal no compromete la salud humana, ya que el mecanismo actúa exclusivamente en el metabolismo de los insectos.
Los resultados fueron publicados en Science Translational Medicine y han sido bien recibidos por la comunidad científica, que los considera un complemento a los métodos tradicionales de control de vectores. En zonas donde se ha reportado resistencia a insecticidas, la administración oral de fármacos como estrategia indirecta podría marcar una diferencia significativa.
Lee Rafuse Haines, profesora asociada en Ciencias Biológicas de la Universidad de Notre Dame y coautora del estudio, afirmó: "Una forma de detener la propagación de la malaria es reducir el número de mosquitos adultos que pueden transmitirla".
Una ventaja clave de esta estrategia es que la nitisinona ya cuenta con aprobación para uso humano, lo que facilita su incorporación en programas de salud pública sin requerir modificaciones genéticas en insectos ni aplicación de químicos ambientales. Los investigadores destacan que, con un uso controlado, este enfoque podría ser integrado en políticas de salud en países endémicos.
A pesar del avance, los autores subrayan que esta solución no sustituye a otras medidas preventivas, pero podría fortalecerlas, especialmente en áreas donde los recursos tradicionales presentan limitaciones. Con cerca de 600,000 muertes anuales por esta enfermedad, cualquier herramienta adicional representa un potencial significativo para reducir su impacto global.
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