El abuso sexual no prescribe con el paso del tiempo

Ciudad de México  

Víctimas de abuso sexual deben convivir con el ultraje hasta el final de sus días

 

Los artículos de opinión, al menos para quien escribe, son como las capas de cebolla, eliminando una nos expone ante la sociedad, eliminando otra nos humaniza frente a la problemática silenciada por otros, eliminando otra nos descubre ante los grupos que prefieren ocultar la verdad, eliminando otra nos difama la voz de la intolerancia y eliminando la última nos quiebra la existencia de actos infames de la naturaleza humana. El abuso sexual, particularmente en el ámbito eclesiástico, no prescribe con el paso del tiempo, es una llaga eterna con la cual la víctima aprende a convivir.

Todo abuso es reprochable, a la vez todo abuso sexual es abominable, máxime si es propiciado por quienes tienen la misión pastoral de encender la fe y la esperanza entre sus seguidores. En el círculo íntimo de la confianza, entre iglesia y padres de familia, se observan grietas profundas, las mismas se han tornado más visibles, en todo el mundo, desde el 2000 hasta el presente año, y ello coincide con el inicio y la popularidad alcanzada de las redes sociales, en otras palabras, a través de ellas la sociedad canalizó su indignación y difundió su repudio; aún exige justicia.

No mentiré, he visto la película Spotlight, En primera plana, 2015, en más de cinco ocasiones, el 25 de septiembre de 2018 la he visto una vez más; si aún no la vio, este es el momento. La problemática son los abusos sexuales cometidos por distintos sacerdotes de la ciudad de Boston, Massachusetts, Estados Unidos. Interesante por la investigación en sí misma, y aterradora por el descubrimiento del modus operandi elaborado, dirigido y puesto en práctica por el principal responsable de la iglesia de Boston, el cardenal Bernard Law.

Descubrir un patrón de procedimiento con el fin de proteger a los sacerdotes pederastas de Boston, es descubrir las miserias humanas de varios miembros de su propia comunidad cuyo sistema de admisión se ha vuelto caduco y anquilosado. La estructura eclesiástica ha olvidado que está inmersa en un todo social cuyos integrantes, fieles o no, piden a gritos una reconversión a los tiempos actuales, asimismo, muchos miembros eclesiásticos olvidan la verdadera misión de la iglesia.

El incremento de denuncias por abusos sexuales han proliferado en países como Estados Unidos, Irlanda, Alemania y Chile, también están latentes los pedidos de perdón a las víctimas y familiares, y las condenas por casos de pedofilia contra menores de edad y adolescentes, de parte de Benedicto XVI y Francisco. Pero para un vasto sector de la sociedad e instituciones de apoyo a las víctimas consideran que el tiempo de la palabra ha terminado, y el momento de la acción ha llegado.

Una acción principal es colocar en el centro del debate el tema del celibato obligatorio, es decir, abordar el origen de la problemática en un concilio; ha quedado demostrado que los ‘parches’ aprobados: "Estatutos para la protección de niños y jóvenes", en 2002, no salvaguardaron la integridad de los menores, sencillamente porque los niños y los jóvenes no son el problema.

Celibato voluntario es la alternativa ponderable y progresista, pero no la única acción exigida por la sociedad; otra de ellas es equiparar el abuso sexual, dentro del derecho canónico, como pecado y delito, en lugar de lo pregonado: pecado o delito. Quien comete pecado es el abusador sexual, y quien comete delito es el abusador sexual, y quien protege a los pederastas no es la iglesia, sino algunos miembros de la estructura eclesiástica, en consecuencia, el abusador sexual será susceptible de doble condena, canónica y penal.

En agosto pasado el líder de la iglesia católica, Francisco, publicó una misiva en su cuenta de Twitter dirigida a todos los que sufrieron abusos sexuales de parte de 300 sacerdotes en la diócesis de Pennsylvania, Estados Unidos. Refiere de los actos como "crimen" (delito grave), haciendo uso de su sentido común, mientras, el derecho canónico solo lo considera pecado. En uno de sus párrafos alega, heridas no prescriben.

Miembros influyentes de la iglesia de Pennsylvania también habían elaborado la estrategia del horror a los efectos de romper con la cadena de denuncias y proteger a los abusadores, según el FBI, descubrió el siguiente procedimiento repugnante:

+ Llamar al abuso sexual con eufemismos. Los crímenes sexuales eran registrados como actos "inapropiados" o "cuestiones de límites", y el pedófilo era trasladado por "licencia por enfermedad" (igual patrón descubierto en el caso de Boston).

+ Nombramiento de sacerdotes sin formación académica o con bajo poder de investigación. La intención del o de los responsables de la iglesia era disuadir para cortar la cadena de denuncia.

+ Diseño y funcionamiento de sus propios "centros de tratamiento", la maquinaria económica al servicio del ocultamiento.

+ Desinformación a los feligreses sobre el verdadero motivo de la separación de sacerdotes con la comunidad.

+ Sacerdotes pederastas eran apoyados económicamente por miembros de la estructura eclesiástica.

+ Resistencia sistemática a elaborar informes para la policía, las pruebas eran ocultadas o eliminadas. Los abusos sexuales se perpetúan y el número de víctimas aumenta.

Resulta necesario una verdadera muestra de cambio en quienes conforman y hacen posible que la institución perviva en la sociedad, y hoy, el sentido común bien puede ser la herramienta justa para abordar la problemática del abuso sexual. Seguir colocando 'parches' como estrategia solo demuestra cuánta resistencia existe entre los miembros influyentes de la institución. Entonces cabe preguntarse ¿dónde reside la sacralidad, en el hombre, o en la doctrina católica?

 

Iglesia

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