El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), comúnmente vinculado a distracción o dificultad para mantener rutinas, ha demostrado ser una herramienta funcional en contextos de alta exigencia científica. Así lo ejemplifica Lis Gallant, vulcanóloga de la Universidad de Hawái en Hilo, quien utiliza su capacidad de cambiar rápidamente de enfoque para actuar con eficacia en misiones de campo en zonas volcánicas activas.
En estas situaciones, Gallant dispone de apenas diez minutos para montar instrumentos, evaluar la velocidad del flujo de lava y garantizar la seguridad del equipo. Esta respuesta ágil y multitarea responde, en parte, a una característica propia del TDAH: la mente se activa y rinde mejor ante estímulos intensos. Gallant recuerda cómo un profesor universitario identificó una diferencia entre su oratoria precisa y sus escritos poco desarrollados.
Con el tiempo, Gallant ha adaptado su forma de trabajar mediante herramientas personales, como listas manuscritas para reforzar la memoria y redes de apoyo entre colegas neurodivergentes. Estas estructuras deliberadas permiten mantener el enfoque en un entorno donde la dispersión puede ser común.
Para muchas personas con TDAH, la medicación representa un recurso útil. Gallant describe resultados positivos tras encontrar el tratamiento adecuado. No obstante, otros profesionales como Richard Littauer o Lynn Kamerlin no pueden recurrir a fármacos, por lo que diseñan sus propios sistemas de trabajo. Katherine Morton, investigadora en toxicología, encontró utilidad en la técnica Pomodoro, que intercala bloques de 20 minutos de trabajo con pausas cortas.
Asimismo, métodos como la redacción rápida seguida de revisiones pausadas, empleado por Christin Monroe, docente en una universidad para estudiantes neurodivergentes, permiten avanzar sin que el perfeccionismo detenga el progreso. Kamerlin, por su parte, divide tareas complejas en pequeñas metas para evitar bloqueos por sobrecarga.
El trabajo colaborativo también es un recurso clave. Morton destaca la importancia de aliados que complementen habilidades; ella inicia proyectos, mientras sus colegas los perfeccionan. Gallant, en tanto, valora trabajar con quienes tienen mayor capacidad de planificación a largo plazo.
Estos testimonios coinciden en que la neurodivergencia no debe entenderse como una limitación, sino como una diferencia funcional que, con estructuras adecuadas, puede convertirse en una fortaleza. En escenarios exigentes como laboratorios o zonas de riesgo, el TDAH puede aportar creatividad, dinamismo y una percepción aguda de los detalles.
Gallant concluye que su condición no solo ha mejorado su eficiencia profesional, sino que también la ha hecho más empática como docente, brindando apoyo personalizado a estudiantes. Para muchos científicos, comprender su forma de pensar fue el primer paso hacia una carrera más efectiva y adaptada a sus necesidades.